ALICIA KIRCHNER: tal como dice la presidenta Cristina Fernández, “hay algunas demandas que se convierten en privilegios”.
Desde 2003 construimos todos los días un modelo de inclusión social que hace eje en la generación de trabajo, que sin dudas es la mejor política social. El trabajo está en la génesis de los argentinos, en su historia, en la dignidad de las personas.
Distribuir equitativamente presupone primero un esfuerzo solidario, cotidiano y permanente pero, sobre todo, la decisión política de evitar que unos pocos se queden con la mayor parte de las ganancias y, tal como dice la presidenta Cristina Fernández, “hay algunas demandas que se convierten en privilegios”.
La inclusión es entonces una de las prioridades del gobierno nacional, popular y democrático.
Néstor Kirchner insistió en la necesidad de crear trabajo. Había que recuperar primero los puestos de trabajo perdidos durante el neoliberalismo y volver a colocar a hombres y mujeres de pie, con la dignidad y el compromiso de reconstruir un país.
Pero había más todavía. Porque era necesario abrir los canales de la esperanza a millones de jóvenes que no podían ser expulsados de ese mundo laboral, porque nunca habían podido ingresar.
En nuestro país podíamos avanzar, crecer y ascender, porque esta patria nos permitía trabajar y estudiar. Hasta que nos confiscaron las esperanzas.
Con Néstor y Cristina comenzamos a recuperarlas, y también a recuperar el empleo y el salario y pusimos en marcha las paritarias. Frente a un mundo donde crecen las desigualdades, la Argentina se coloca en una posición cada vez más favorable para avanzar en la equidad con justicia social. Por eso es necesario cambiar cierta lógica individualista en la demanda, venciendo la indiferencia entre un sector y otro.
El compromiso por lograr la Justicia Social no debe ser sólo del gobierno. Nada podría hacerse para lograr una mejor distribución de la riqueza si los actores sociales no se comprometieran todos en un proyecto de equilibrio, donde las conquistas laborales respeten los derechos del colectivo social. Y eso lo lograremos, si juntos sumamos nuestro esfuerzo y nuestra solidaridad.
La solidaridad es la que nos permite reconocernos en un destino común. Es el corazón de la reconstrucción del país y por eso no puede extrañarnos el individualismo que protagonizó el neoliberalismo, en el “sálvese quien pueda”. En este nuevo año que sea la solidaridad la que marque el rumbo de los argentinos. Creamos en ella porque en creer, tal como dice Jorge Giles, está “toda la magia de la vida”, y eso nos hace robustecer la esperanza para seguir transformando y profundizando este proyecto político nacional y popular. <
Distribuir equitativamente presupone primero un esfuerzo solidario, cotidiano y permanente pero, sobre todo, la decisión política de evitar que unos pocos se queden con la mayor parte de las ganancias y, tal como dice la presidenta Cristina Fernández, “hay algunas demandas que se convierten en privilegios”.
La inclusión es entonces una de las prioridades del gobierno nacional, popular y democrático.
Néstor Kirchner insistió en la necesidad de crear trabajo. Había que recuperar primero los puestos de trabajo perdidos durante el neoliberalismo y volver a colocar a hombres y mujeres de pie, con la dignidad y el compromiso de reconstruir un país.
Pero había más todavía. Porque era necesario abrir los canales de la esperanza a millones de jóvenes que no podían ser expulsados de ese mundo laboral, porque nunca habían podido ingresar.
En nuestro país podíamos avanzar, crecer y ascender, porque esta patria nos permitía trabajar y estudiar. Hasta que nos confiscaron las esperanzas.
Con Néstor y Cristina comenzamos a recuperarlas, y también a recuperar el empleo y el salario y pusimos en marcha las paritarias. Frente a un mundo donde crecen las desigualdades, la Argentina se coloca en una posición cada vez más favorable para avanzar en la equidad con justicia social. Por eso es necesario cambiar cierta lógica individualista en la demanda, venciendo la indiferencia entre un sector y otro.
El compromiso por lograr la Justicia Social no debe ser sólo del gobierno. Nada podría hacerse para lograr una mejor distribución de la riqueza si los actores sociales no se comprometieran todos en un proyecto de equilibrio, donde las conquistas laborales respeten los derechos del colectivo social. Y eso lo lograremos, si juntos sumamos nuestro esfuerzo y nuestra solidaridad.
La solidaridad es la que nos permite reconocernos en un destino común. Es el corazón de la reconstrucción del país y por eso no puede extrañarnos el individualismo que protagonizó el neoliberalismo, en el “sálvese quien pueda”. En este nuevo año que sea la solidaridad la que marque el rumbo de los argentinos. Creamos en ella porque en creer, tal como dice Jorge Giles, está “toda la magia de la vida”, y eso nos hace robustecer la esperanza para seguir transformando y profundizando este proyecto político nacional y popular. <
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